Sommelier apasionado, soy feliz entre viñas y vinos, e intento trasmitir esa pasión, colaboro en revistas y medios dando mi modesta opinión de los vinos. Espacio enogastronomico de Santa Coloma de Gramenet. Mayor 25, Santa Coloma de Gramenet. 933865266 Experiencias personales sobre el vino para compartir entre amigos.
lunes, 30 de abril de 2012
1 de Mayo
El dia 1 de Mayo, en el restaurante El Cantó, estaremos abiertos y proponemos este menu:
1ª plato: esparragos verdes trigueros brasa con queso de cabra
ensalada con butifarra de brisa, cebolla caramelizada, pasas y piñones
endivias con crema de cabrales y mermelada de pimiento verde
2ª plato: cordero brasa
entrecot brasa
confit de pato con peras dulces
solomillo de cerdo iberico
pan vino y agua, postre
precio 18€
domingo, 29 de abril de 2012
Colección Privada Félix Azpilicueta
Colección Privada Félix Azpilicueta
Elena Adell,
es ya por su buen hacer y dedicación, la enóloga con mas reconocimiento de la
Rioja, su trayectoria al frente de bodegas Domecq perteneciente al grupo de bodegas que Pernod Ricard tiene en Rioja, Campo viejo, Alcorta, Azpilicueta.
Han elevado sus vinos en un segmento de calidad indiscutible, reconocida a
nivel mundial.
Dignos de mención
por su magnífica relación calidad precio,
es sin duda alguna toda su gama de
vinos, pero quizás dando un salto de nivel Elena creo uno de los vinos que ha
mi criterio ha pasado ya al meritorio altar de los vinos míticos, dignos de
culto. Es la colección privada de Félix
Azpilicueta.
Felix Azpilicueta
colección privada, nace de los viñedos más notables de las fincas de la bodega,
partiendo de los varietales clásicos de Rioja, Tempranillo, Graciano y Mazuelo
en un estudiado ensamblado muy equilibrado.
Con una elaboración clásica
despalillado-estrujado. Y la fermentación siempre a temperatura controlada en torno a los 25ºC.
Con 15 días de maceración para extraer
lo mejor de la uva. La crianza de este buen vino es de 12 meses en barricas de
225 lt. De roble nuevo y 100% roble francés.
Este Colección
Privada de Félix Azpilicueta se nos presenta a la vista con su color rojo picota cubierto, de magnífica intensidad y preciosos ribetes violáceos
que ya nos anticipa lo que encontraremos
en el examen olfativo, sin dudar una nariz perfumada amplia y llena de matices,
en la que predominan los recuerdos de abundante fruta roja, acompañada de suaves
notas minerales, madera, especias y notas exóticas. En boca, potente, fresco,
amplio, lleno de matices; arándanos, frambuesa, mora, cacao, café con leche,
ahumados. Un vino muy profundo muy
intenso, pero a la vez suave y aterciopelado, lleno de matices y de largo
recorrido en boca.
Genial por si
solo pero Elena le gusta mimar hasta el último detalle, no dejando nada al azar,
creando así el complemento ideal para su vino la ¨copa Riedel, Félix
Azpilicueta¨.
Para elegir el modelo ideal de copa se formó un comité de expertos en la
Bodega Azpilicueta de La Rioja encabezados por Georg J. Riedel, el gran gurú de
las copas de cata de vinos.
A partir de una selección de 15 copas, los expertos cataron Azpilicueta
Crianza y Azpilicueta Reserva. Se seleccionaron las idóneas hasta dar con la copa
de cata de vino Azpilicueta & Riedel: una elegante personalización del
modelo Tempranillo de Riedel, elaborada por primera vez con el sistema Pull
Stem, o de una sola pieza. La copa perfecta para descubrir todos los matices de
un Azpilicueta. Vino y complemento en una unión casi celestial, que reconozco
maravillosa a mi gusto, todo y así siendo yo un amante y defensor, públicamente
demostrado, de otra marca de copas, posiblemente competencia de Riedel, pero el
trabajo aquí por parte de la bodega y Riedel es sencillamente maravilloso.
Solo me queda recomendaros probéis esta magnífica alianza
Riedel-Azpilicueta, con con cualquier carne roja a la
brasa, plancha, asada, embutidos, quesos, pescados en salsas sabrosas, guisos y
legumbres. Placer para los sentidos y el alma. Salut.
sábado, 28 de abril de 2012
Viña colomense articulo de Santakomola
La viña Colomense
Publicado el 12 abril 2012 en www.santakomola.com¨Tot eren vinyes, no sabria si riure o plorar, pero me´n faig creus quan penso en la meva infantesa i recordo el poble, les vinyes arribaven fins a l’escorxador, quasi tot el parc d’Europa, fins al final del carrer de Sant Jeroni, fins a las mateixes parets del cementiri vell, Des de Camil Rosell passant per la Ciutadella alta i baixa fins prop del torrent d’en Bufa, fins tocar la rambla Sant Sebastià. Deu ser que soc molt més vell del que em penso, o potser es que m’ha passat el temps volant¨.
Con estas bellas palabras mi gran amigo Josep Blanchart y Pedragosa narra en su libro ¨La trasformación de un pueblo en ciudad¨ sus recuerdos de infancia sobre Santa Coloma de Gramenet y nos cita de forma gráfica que toda nuestra ciudad era un precioso paraje repleto de la más maravillosa planta que existe en la naturaleza: la viña, que con su fruto nos da el milagro casi místico de la trasformación del mosto en vino.
Hasta no hace muchos años el aroma de viña y vino inundaba las calles de nuestra ciudad, las largas jornadas de vendimia, con el trajín de los carros y las portadoras, y la frenética entrada de la uva en las bodegas eran la tónica de la época de vendimia, ese olor y sabor de un tiempo pasado que fue la rutina de nuestros abuelos. Sí, no me toméis por loco, hasta no hace muchos años, quizá finales de la década de los 70, aun se hacía vino en Can Butiña y Can Sam. Y todavía se podía pasar por algún recoveco de nuestro pueblo y encontrar alguna viña. Santa Coloma era conocida en ese tiempo por sus vinos.
Lo cierto es que la viña en nuestro pueblo, ha sido quizás, de las más antiguas de Cataluña y posiblemente fuesen los íberos los primeros colomenses que la plantaron y disfrutaron de sus frutos y vinos. Aunque sin duda alguna los impulsores de la viña colomense y los que la fomentaron con fuerza fueron los romanos y desde ellos hasta prácticamente 1950, ha sido la principal fuente de ingresos de Santa Coloma.
Hoy, rodeados de bloques de pisos, coches y asfaltos se nos hace muy difícil hacernos una idea de una Santa Coloma rural, pagesa y dependiente del suelo y de sus frutos, pero esa fue la realidad, pues nuestro pueblo fue de carácter agrícola y las viñas marcaron durante siglos el ritmo de vida de ellos.
Todavía hoy quedan claras evidencias de este lindo pasado cercano aun a nosotros, terrenos en los cuales aun puedes encontrar restos de viña, terrazas de cultivo de la viña que posiblemente tienen más de 300 años, y por supuesto personas vinculadas a esa viña, que en su memoria recuerdan la importancia que ella tuvo en su juventud.
Un paseo por las inmediaciones de Sant Jeroni de la Mutra, de Can Butinya, La vinya d’en Sabate, o recorriendo el camino de los minerales desde la fuente de la encina, podemos encontrar los restos asilvestrados de las muchas viñas que poblaron nuestro pueblo. Rincones con mucho encanto y gran belleza paisajística, parajes que ya por si solos son dignos de pasear por ellos y descubrir otra visión de Santa Coloma, pues muchos de nosotros desconocemos esa Santa Coloma más natural y linda. Bellos miradores donde contemplar toda Barcelona y sus rodalias y caminos suaves donde dar unas largas caminatas, disfrutando de la naturaleza.
También debería destacar el gran patrimonio arquitectónico, vinculado a la viña y el vino que la ciudad tiene, múltiples casas y masías del entorno del pueblo guardan el testimonio de la elaboración del vino y en muchas de ellas todavía están de manera intacta la bodega y sus equipamientos de elaboración de la época. Botas, toneles, cups, portadoras y hasta prensas de vigas de madera, sin herrajes metálicos anteriores al siglo X, se pueden encontrar en las masías colomenses. Legados históricos vivos dignos de los mejores museos del vino. Torre Pallaresa, Can Butinya o Can Sam son algunos de los ejemplos de este patrimonio rural y vitivinícola.
Unos suelos de privilegio, junto a un pequeño microclima dieron lugar a que Santa Coloma fuese antaño un lugar de culto para el vino, bien lo relataba así en su libro de memorias Jaume Galobardes, destacado vecino de Santa Coloma que ya sobre 1750 nos relata con mucha claridad la importancia que tuvo la viña y el vino.
Santa Coloma de Gramenet tiene un conjunto de características edomorfológicas muy interesantes que podríamos distinguir en tres grandes grupos o categorías: por un lado tenemos suelos muy antiguos de pizarras negras y cuarcitas, pobres en materia orgánica y muy profundos. Características muy aptas para poder elaborar vinos de gran concentración y de ricas características minerales al paladar, zona privilegiada ubicada en la falda de la serralada de marina protegida de los vientos fríos del norte y atemperada en verano, por la brisa marina llamada el ¨Foranell¨ zona muy abrupta que para el cultivo de la viña se tuvieron de hacer una serie de terrazas elaboradas con las mismas piezas de pizarra rotas toda una labor sobrehumana que galobardes y los colomenses de la época tuvieron de sufrir en sus carnes. Hoy todavía perduran partes de estas ¨rasas¨ como en Santa Coloma se les llamaban, este tipo de suelo obliga a la viña a trabajar muy duro, creándole un estrés hídrico muy importante, la viña debe de crear largas raíces en busca de nutrientes y agua, y destinando gran parte de su acción vital al fruto además estas losetas de pizarra conservan gran parte del calor del sol, y reflectan muy bien sus rayos ayudando así a la maduración de la uva. Así también disponemos de una amplia zona de suelos procedentes de erosión estos de características muy similares a nuestros vecinos de Alella. Este suelo está compuesto prioritariamente, por lo que aquí se les denomina ¨Saulo¨, una serie de areniscas blanquinosas muy sueltas y fáciles de trabajar que proceden de la erosión del granito, debido a las lluvias típicas del Maresme y su ligera orografía, estas son muy permeables lo que evitan en gran manera el encharcamiento en la época de lluvias a nivel externo o superficial, pero con gran capacidad de retención de un alto índice de humedad, dando lugar así a una serie de ricas reservas de agua en capas medias, muy necesarias para salvar la viña el rigor del verano. Y ya por ultimo dentro de la tipología de los suelos del pueblo estaría aquel ya más cercano al rio en la planicie de la ciudad, un suelo de carácter más acido y rojizo, típico de la influencia húmeda del rio, rico en materia orgánica muy apto para la vega, y desde luego menos atractivo para la viña, pero que hay que destacar en honor a la verdad que esta estuvo aquí presente durante siglo, siendo esta zona la que quizás fue la más productiva, aunque no tuvo que destacar por su calidad. Pero que en una economía de subsistencia esta aporto los litros de vino muy necesarios para mantener la economía local y familiar, es con la mezcla de la uva procedente de la viña más de montaña, pizarra y saulo la que le aportó el grado y el color.
Las variedades de uva que aquí se llegaron a plantar y que se han conservado de forma asilvestrada en el entorno rural, las cuales han podido ser identificadas por un trabajo de genética, son La Picapoll, Pansa blanca, Pansa Rosada y algún tipo de moscatel, (en variedades blancas) y en variedades tintas: samso, sumoll y garnachas.
También creo que se podía haber plantado en Santa Coloma una variedad autóctona de Barcelona y la Serralada de Marina así como del macizo de Collserola, la llamada Fumat, aunque de esta no se han encontrado indicios de su presencia. Todas ellas entran dentro de un conjunto de variedades mediterráneas típicas y muy bien adaptadas a la zona de las que, teniendo en cuenta los rudimentarios medios de la época, seguramente la mayoría darían vinos blancos y de muy baja calidad.
Los criterios sobre plantación eran también rudimentarios y se amparaban a la forma del terreno y su orografía. Se sabe que el porte de la viña era siempre en vaso y allí donde la planicie del terreno lo permitía el marco de plantación rondaba las 3000 cepas por hectárea un marco importante, con respecto a los utilizados en la época. Lo cierto es que en una misma parcela y de forma intercalada podías encontrarte con una o varias variedades de uva, puesto que no existía un orden estricto y muchas veces al morir una cepa se replantaba con otra distinta. Un concepto muy diferente a la viticultura actual.
La vinificación se realizaba en las bodegas de las casas más importantes. Debo destacar que en Santa Coloma existieron muchas casas que tenían bodega, pero aun así las más humildes carecían de los medios para elaborar vino y debían de hacerlo en las casas más grandes y fuertes a cambio de una parte de la uva o bien del vino.
Llegada la época de vendimia, la uva era recogida en portadoras de madera y traslada a los carros de caballos o mulos que la llevaban a las bodegas y la introducían en cups, grandes depósitos subterráneos, donde se estrujaba y arrancaba la fermentación. Tras este paso, los mostos se traspasaban a barricas de madera donde fermentaban y se guardaban durante el resto del año, los restos de la vendimia las rapas pellejos y las semillas (las llamadas ¨brisas¨) se vendían a alcoholeras para la destilación y obtención de aguardientes.
Los vinos de esa época eran de escasa calidad, comparados con el criterio actual, pero que no distaban mucho de lo que se podía elaborar en otras comarcas vinícolas de Cataluña.
Vinos por lo general de poca graduación alcohólica, en los que casi siempre se mezclaba las uvas blancas y negras, creando así vinos de poco color más bien claretes, aunque algún que otro pagés vinificaba las variedades por separado obteniendo así vinos blancos o más bien dorados, quizás los más extendidos y presentes, y vino tinto. También se elaboraban en Santa Coloma vinos rancios, obtenidos a partir de oxidación con oxigeno y temperatura dentro de las barricas bien en zonas cálidas de las casas, o también en las golfas, otros vinos a destacar por su curiosa y peculiar forma de hacerlos serian los de sol y serena, creados en garrafas de cristal semienterradas abiertas y expuestas al sol del día y la serena de la noche. Y ya por ultimo los vinos dulces, algún que otro buen moscatel dulce natural como los de Can Butiña, que tenían las cepas en la parte contigua a la casa y mistelas que se elaboraban cociendo vino con azúcar y diversas frutas dando así casi un arrope de vino denso y muy apreciado.
Cuando se querían vender los vinos fuera de Santa Coloma estos corrían el riesgo de estropearse debido a su poco alcohol y mal estado. Por eso, con el fin de evitar su deterioro se encabezaba con las brisas, es decir con alcohol vínico obtenido de los restos de la uva, sus pieles raspones y pepitas destiladas. Fortificados hasta bien los 16 o 17% de volumen de alcohol, estos se vendían por las casas de municipios vecinos y alguna remesa podía acabar en barcos para ultramar.
Si duda alguna los ingresos por la venta de vino, así como los impuestos llamados “de consum” generaban la poca riqueza de la Vila, tanto a sus pobres moradores como a las mal logradas arcas del consistorio.
El principio del fin de la viña colomense llegó, como a muchas otras zonas vitícolas de Cataluña y de toda Europa, de la mano de la Philoxera, una plaga que en muy pocos años devastó toda la viña y que su sombra trajo hambruna y decadencia al pueblo. La lucha por la supervivencia y la necesidad de buscar ingresos alternativos llevó a los habitantes del pueblo a introducir el cultivo de la fresa, que fue, sin duda, la mejor alternativa a la viña. Cuando pasó el gran desastre de la Philoxera, la replantación de viñas tan solo se realizó en aquellas parcelas más interesantes para el cultivo y fue seguida por menos pageses que antes de la plaga. Atrás quizás quedaron las extensas superficies plantadas de viñas y se centró más el cultivo en las laderas pizarrosas de la viña D´Cuadras, La Cuscullada, el actual barrio de Singuerlin.
Hoy, todo ese esplendor de vinos y viñas ha desaparecido, ya no solo del territorio colomense, sino también de la gran mayoría de sus moradores, que desconocen ese lindo pasado de nuestro pueblo. La viña queda en el recuerdo de unos cuantos personajes, ya muy mayores, aun vinculados al vino, que en la retina de sus ojos, ven con nostalgia las viñas arraigadas al suelo de Santa Coloma, cuando miran a su pueblo. Personajes que cavaron, podaron y vendimiaron las cepas de nuestra tierra con el fin de dar vida al vino colomense. Todos ellos testimonio presentes de la santa Coloma mas rural y agrícola, Rosa Blanchart, Josep Blanchart, Dalmau, ….. son los últimos testigos de un pasado de viñas.
Quizás a lo mejor es que soy un gran nostálgico, o un loco idealista, pero considero que la memoria histórica de los pueblos y de las ciudades no puede desaparecer, se debe de unir pasado, presente y futuro con el fin de mantener vivo el legado de nuestros abuelos. Un legado que aunque pudiese parecer inexistente en Santa Coloma está muy presente y hacerlo notorio es cosa de todos. Hagamos que nuestros pequeños sepan cómo era nuestro pueblo y de que vivían los colomenses hace unos cuantos años.
Y con esto quiero decir que considero que sería importante recuperar una pequeñita parte de ese pasado vitícola de la ciudad, recuperando parte del entorno natural que aun tiene Santa Coloma y plantando una pequeña viña para el estudio y memoria de todos y así, poco a poco, crear un recuerdo de la pagesia local. Como dijo el poeta “vinyes verdes vora el mar” quizás en un futuro próximo Santa Coloma pueda oler otra vez a vino y viñas.
Paco Cordero
domingo, 15 de abril de 2012
Bodegas Figuero
Bodegas Figuero
Sorpresas en el mundillo del
vino, siempre las tienes, sin más por la puerta de bodegas Figuero abre podido
pasar unas cuantas veces sin darle importancia a lo que allí podía haber, pero
un buen día de la mano de un amigo y gran profesional, tuve la suerte de probar
su vino más destacado e importante, al menos en cuanto a los críticos se
refiere, porque para la familia Figuero
todos sus vinos son importantes, lo cual les honra y mucho. Pues bien, como decía probé el Tinus, vino de autor
de larga guarda, y joya enológica, del cual he de decir que me sorprendió mucho
dejándome un grato recuerdo de él.
Pasado algún tiempo, no mucho,
tuve el placer de conocer a la encantadora familia que dirige y regenta la
bodega, y así probar y hablar largo y tendido de sus vinos, pude probar toda su
bien elaborada gama de vinos y debo decir en honor a la verdad, de que cuidan y
miman, todos y cada uno de sus productos. Gama compuesta por cinco vinos que
van desde un roble de cuatro meses de barrica hasta su insignia el Tinus.
La bodega y viña están ubicadas en el corazón de la
Ribera del Duero en la población de la Horra entre Roa y Aranda del Duero, la
familia han sido viticultores desde siempre de varias generaciones, y habían vendido la uva de sus
45 hectáreas a bodegas de mucho
prestigio de la zona, uva siempre con la
exigencia de la excelencia. Las viñas de orientación Norte-sur, y alturas entre
los 750 a 800 mt. son de la variedad tinta del país, y de las 45 hectáreas que
la bodega posee, 25 son de viñedo muy viejo con más de 60 años. Es en el año 2001, cuando José María García y Milagros Figuero, junto a
sus tres hijos, decidieron empezar a
elaborar sus propios vinos, para la gran suerte de todos los que amamos el vino. La bodega está dotada
de medios actuales de calidad para el cuidado y mimo de sus vinos, trabajan por
gravedad, remontados automáticos y control de temperatura que junto a su sala
de barricas subterránea, que con una temperatura controlada todo el año entre los
12 a 15 grados centígrados envejecen el distinguido vino en sus más de mil barricas.
Como gran vino, me gustaría citar
su crianza, de la variedad tinta del
país, con un 80% de viña de entre 20 a
40 años, y el 20% restante de viña de más de 50 años, recogida manual en cestas
de castaño de 12 kg. Antes de la fermentación se realiza una maceración pelicular
de dos días, tras la cual fermenta a temperatura constante de 29 grados centígrados,
por un tiempo de 10 días, Su envejecimiento es por un
periodo de doce meses mínimo en
barricas nuevas de entre uno a tres años, de roble francés y americano en un
porcentaje de 15 y 85% respectivamente. Que da por resultado un precioso vino
de color cereza picota intenso muy cubierto de capa alta, denso y ribetes
azulados muy brillante a la vista. Con una nariz muy seductora y muy bien
equilibrada entre la fruta y la madera. Con un predominio claro de las
frutillas negras maduras, ciruela pasa, especies sutiles, cedro y maderas
nobles, así como un agradable fondo de tostados que recuerdan a los torrefactos
como el café o algún regaliz. Boca aterciopelada, golosa muy sápida, con un
prolongado final, de taninos muy maduros y sutiles matizados por los
procedentes de la barrica, en una perfecta armonía entre ambos. Con un
retrogusto, ligeramente balsámico, y muy fresco. Digno vino para armonizar con
un buen asado, y por qué no disfrute también de una buena y larga sobremesa. De
todas formas disfrutar de bodegas Fieguero desde su media crianza, hasta sus
gamas Premium es un placer, y una muy buena elección, vino con tradición,
actuales y con gran personalidad, que a bien seguro no deja lugar a duda, ni a
expertos y a eruditos, siempre son una sabia elección.
miércoles, 4 de abril de 2012
Bodegas Régoa
Régoa
Y he de reconocer que a mi modesta opinión también me sigue sorprendiendo sus vinos, me maravillan las Mencias y Godellos que allí en su suelo pizarroso, han arraigado desde hace ya muchos siglos, dando vinos de singularidades mas que notorias.
Ha sido durante la celebración del salón Alimentaría 2012, donde he tenido el placer de poder probar Régoa 2008, jose Maria Pieto es el propietario de la viña y de la bodega Régoa, esta ubicada en un impresionante paisaje natural, en Touxedo-Pinol-Sober. Próxima al Santuario de Nuestra Señora de Cadeiras (s. XVIII) en cuyo entorno y en honor a su Virgen, cada 8 de septiembre se celebra una popular y muy concurrida romería. De este entorno privilegiado se saca el mejor partido a las condiciones excepcionales de su viñedo. Once hectáreas de cultivo en terraza, con pendientes del 80% y orientación sur que contactan en su cota inferior con el río Sil.
Su suelo, esta configurado por tierra pizarrosa y arenisca, de buen drenaje y gran pendiente además de un clima benigno muy adecuado para el cultivo de la viña.
Las cepas pertenecen a las variedades: Mencía, Alvarello, Caíño y Sousón. De antigüedad superior a los 15 años y producción máxima de 2 kilogramos por cepa. Plantadas en terrazas bien orientadas al sur, en el cañón del río Sil, siguiendo su curso.
Se elabora tres tipos de vinos en Régoa:
RÉGOA: Vino básico, criado en troncocónicas de madera Allier. Toda la uva procede de la viña S. Martiño, Amandi, Sober, propiedad de la bodega y con una superficie de 11 Ha . Se trata de un viñedo con 35.000 cepas, de las cuales un 30% tiene mas de 50 años y el resto 19. Orientación sur, pendientes del 80%, en contacto con grandes masas de agua (río Sil) y terrenos pizarrosos y arenosos. El viñedo no recibe ningún tipo de riego ni abonado mineral u orgánico, dejando a la vid sobrevivir en su hábitat natural. A partir del 20 de julio dejan de aplicarse cualquier tipo de tratamiento fitosanitario, para crear unas buenas condiciones para las levaduras autóctonas.
VARIEDADES: Mencía 80%, Alvarello 10%, Caiño 8% y Sousón 2%
PRODUCCIÓN: 12.500 botellas.
ELABORACIÓN: Fermentado durante 25 días con 2-3 remontados diarios. Fermentación maloláctica y posterior crianza durante 7 meses, en troncocónicas de madera Allier.
Solo se utilizan levaduras y bacterias lácticas autóctonas, tampoco se filtra ni clarifica. El único producto añadido es el sulfuroso.
ANALITICA:
Grado alc: 13,5º
Acidez total: 5,3
Ph: 3,40
Ac. Volátil: 0,56
Sulfuroso libre: 19
Sulfuroso total: 65
RÉGOA TN: Criado en barricas de
Toda la uva procede de la viña S. Martiño, Amandi, Sober, propiedad de la bodega y con una superficie de
VARIEDADES: Mencía 80%, Alvarello 10%, Caiño 8% y Souson 2%.
PRODUCCIÓN: 3.200 botellas.
ELABORACIÓN: Fermentado durante 25 días con 2-3 remontados diarios. Fermentación maloláctica y posterior crianza durante 7 meses en barricas de 300 l de madera Allier. Selección de las mejores parcelas.
Solo se utilizan levaduras y bacterias lácticas autóctonas, tampoco se filtra ni clarifica. El único producto añadido es el sulfuroso.
ANALITICA:
Grado alc: 13,5º
Acidez total: 5,2
Ph: 3,35
Ac. Volátil: 0,53
Sulfuroso libre: 18
Sulfuroso total: 63
NOTA DE CATA: La fruta sobresale sobre la madera con la lenta crianza en botella, los polifenoles se van haciendo mas largos y mas redondos, y la fruta domina e integra a la madera. El carácter atlántico se nota con más intensidad en esta añada, las frutas rojas y su mineralidad sobresalen con intensidad, los matices de miel de panal y laurel (propios del Alvarello) se remarcan más con la decantación. Como todas las añadas se muestra cerrado al principio, necesita una decantación de 45minutos. Vino de largo recorrido que mejorará con los años en complejidad, integración e intensidad.
RÉGOA IRIA: Uva muy cuidada (400 grs/cepa), criado durante 14 meses en barricas de
, propiedad de la bodega y con una superficie de 11 Ha . Se trata de un viñedo con 35.000 cepas, de las cuales un 30% tiene más de 50 años y el resto 17. Orientación sur, pendientes del 80%, en contacto con grandes masas de agua (río Sil) y terrenos pizarrosos y arenosos. El viñedo no recibe ningún tipo de riego ni abonado mineral u orgánico, dejando a la vid sobrevivir en su hábitat natural. A partir del 20 de julio dejan de aplicarse cualquier tipo de tratamiento fitosanitario, para crear unas buenas condiciones para las levaduras autóctonas.
VARIEDADES: Mencía 80%, Alvarello 10%, Caiño 8% y Sousón 2%
PRODUCCIÓN: 1.600 botellas.
ELABORACIÓN: Fermentado durante 25 días con 2-3 remontados diarios. Fermentación maloláctica y posterior crianza durante 14 meses en barricas Allier de 300 l .
Solo se utilizan levaduras y bacterias lácticas autóctonas, tampoco se filtra ni clarifica. El único producto añadido es el sulfuroso.
Se utilizó uva de las parcelas 2 y 4, con una producción media de 500 gr por cepa.
ANALITICA:
Grado alc: 13,5º
Acidez total: 5,4
Ph: 3,45
Ac. Volátil: 0,58
Sulfuroso libre: 19
Sulfuroso total: 66
NOTA DE CATA: A pesar de los 14 meses de crianza en barrica nueva, la estructura frutal sobresale con intensidad sobre la madera, la polimerización se nota mas incipiente que en las otras gamas, necesita mas recorrido en botella, pero la complejidad tánica y frutal es mas intensa. El carácter atlántico se nota con más intensidad en esta añada, las frutas rojas y su mineralidad sobresalen con intensidad, los matices de miel de panal y laurel (propios del Alvarello) se remarcan más con la decantación. Como todas las añadas se muestra cerrado al principio, necesita una decantación de 45 minutos. Vino de más largo recorrido que mejorará con los años en complejidad, integración e intensidad.
Saldrá al mercado en el 2013.
Tres vinos con tipológias, muy acentuadas y concretas, con gran concentración polifenolica y mucho potencial de envejecimiento, fruta marcada con mucha intensidad y gran recorrido, vinos de autor y expresión con un futuro muy prometedor, trabajo bien hecho donde han unido la tradición y la tecnología, con el único fin de hacer un excelente vino.
Cronica de un mito, Mas La Plana
Crónica de un mito
Mas la Plana
Tuve el otro día en el salón de Alimentaria 2012, el placer de poder asistir a una cata vertical de Mas La Plana,
el mítico cabernet suavignon de bodegas torres, de la mano de su director técnico
Josep Sabarich, se degusto seis añadas del mítico vino, pudiendo así ver la evolución
en el tiempo de tan preciado vino, entendiendo su proyecto y sus cambios en el
tiempo.
1971, 1981, 1990, 2005,2007 y 2008 fueron las añadas presentadas y de las
cuales, se saco buena cuenta de su poderoso potencial de envejecimiento.
El mito nace en 1966, con la plantación de cabernet suavignon en la finca
de la familia Torres denominada Mas la Plana, hasta entonces la filosofía de
los viticultores del Penedés estaba evocada hacia el viñedo autóctono, la gran producción
en detrimento de la calidad, y del el vino como un elemento complementario de la dieta, y no como
elemento de gastronomía. La familia Torres se marca la novedosa idea, de
elaborar un vino, bajo el modelo de los grandes Burdeos que reinan en el mundo
hasta entonces, con variedades foráneas, francesas, pero creado en casa nuestra, elaborar un gran vino en el Penedés,
este fue el punto de partida, el inicio
de un sueño hoy cuajado.
Mas la Plana es un terreno muy profundo de color pardo amarillo oscuro de
matices calcáreos y textura rica en arenas con una retención moderada del agua,
marco ideal para la plantación de la cabernet Suavignon, la variedad insignia de
Bordeux, es en 10970 cuando se obtienen los primeros frutos de la viña y con
ellos el primer vino de esta finca denominado en esos momentos Gran Coronas Mas
la Plana, en esos tiempos los trabajos de los técnicos de la bodega se centran
en el control de la fertilidad de la viña, es con el paso de los años, y la
madurez de la viña cuando se conoce esta.
En la cata pudimos apreciar los cambios del vino a través de las décadas,
sin renunciar nunca a su filosofía inicial, la de un gran vino, noble y
elegante de variedad francesa en tierras catalanas. Cada década nos trasporta a
un estilo propio lleno de matices que han consolidado a Mas la Plana como uno
de los grandes en el mundo.
De la década de 1970, pudimos probar la cosecha de 1971, el cual se elaboro
con un 80% de Cabernet Suavignon, y el resto con un copage de Tempranillo,
Cabernet Franc y Cariñena, año lluvioso con cerca de 680 ml. Centrada en
septiembre, los vinos en esta época tenían maceraciones cortas, y la crianza en
barrica fue de 2 años en roble americano. La cata demostró tener un color rojo rubí,
con matices teja, que mantenía mucho aroma, con notas de terciarios, y frutas licorosas,
boca fresca y con marcada acidez (sorprendente) sutil y elegante.
De la década de los 80, disfrutamos de la añada 1981, añada con muy buena climatología,
fresca de verano caluroso, ya con mejor tecnología y conocimiento del viñedo
que en la anterior década, se introduce en esta época el roble francés, y ya se
elabora con Cabernet Suavignon en un 100%, de su cata se destaca un color rubí
con notas teja, aromas mas licoroso, fruta negra muy madura y delicados
tostados sutiles, con una boca aterciopelada, golosa con cuerpo.
Ya en los 90, Torres nos ha presentado 1990, año lluvioso en todas las
estaciones con verano fresco, pero quizás la principal particularidad de la
añada es que ahora las maceraciones son más largas, dotando así al vino de
colores más intensos, de capas más altas que en las décadas anteriores, 100%
Cabernet Suavignon, con 18 mese de barrica francesa que da un resultado de un vino mas oscuro que los anteriores catados
nariz muy acompotada con notas claras de la guinda en licor, sutiles de maderas
nobles, complejo y muy fragante, de boca con buena estructura, densidad cierta
acidez y unos taninos muy agradables.
Y por ultimo tres añadas de los 2000. 2005, 2007 y 2008, tres joyas de la
historia más actual del mito
2005 ya tiene el viñedo una personalidad propia, con un amplio conocimiento
de la uva de él obtenida y un reconocimiento del vino muy consolidado, este ya
de color cereza picota cubierto intenso,, con fruta negra muy fragante con
matices de cedro, y caja de tabaco, elegante con taninos sutiles bien definidos
y agradables, muy especiado y con gran equilibrio.
2007, sigue la línea de color subido rojo cereza picota cubierto, con
tostados de café, notas de vainilla recuerdos florales y buena presencia de la
fruta, delicioso en todo momento.
Y 2008 con su cereza picota muy cubierto, mantiene ribetes azulados con
ricos torrefactos, regaliz y café, fruta negra madura, y especies sutiles, muy
intenso en boca complejo y muy equilibrado.
Mi modesto parecer, es que el mito se ha consolidado con el tiempo y que
desde su inicio presto maneras, nació noble y elegante y en su madurez, se ha convertido
en un Gentleman, elegante y distinguido,¡ larga vida al mito, larga vida a Mas
la Plana! Salut.
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