Día
triste, para mi y para toda la hosteleria de Santa coloma, pues un buen amigo y compañero de la restauración, ha cerrado su local
debido a estos momentos tan difíciles que nos está tocando vivir.
Crisis, miedo o incertidumbre, lo cierto es
que cada día nos está siendo más difícil abrir y mantener nuestros negocios, siendo
el día a día una carrera de obstáculos, cuesta arriba que te merma las fuerzas y
llegas a dudar si alcanzaras la cima, y podrás seguir peleando mañana.
Hoy ha
sido el caso de Juan Carlos, del restaurante Tarantela, una pizzería de Santa Coloma
donde hemos pasado muy buenos momentos y he tenido la suerte de compartir
momentos profesionales muy gratificantes, donde hace algún tiempo realizamos
catas y cenas maridajes con gran éxito de participación y realmente
maravillosas, pero por desgracia eso ya dista en el tiempo, la realidad es que
aun teniendo faena pues el restaurante tenía bastante público, no era el suficiente para poderlo mantener abierto.
Siento
tristeza y dolor el ver como un buen amigo que es un excelente profesional, un
trabajador incansable y un autentico luchador no ha podido mantener su sueño,
su establecimiento, su vida, donde muchas familias colomenses habían disfrutado
de sus pizzas artesanas tradicionales y actuales, sus especialidades y sus inmejorables postres.
Quedo
atrás un sueño, un esfuerzo y parte de una vida. Este no era el final de ese
sueño, no era el final de un ciclo, no me cabe la menor duda de que este no era
el final ni de Juan Carlos ni del Tarantela, hoy aunque el Tarantela no exista
y ya no esté haciéndonos disfrutar de su cocina en nuestra ciudad su bonito
recuerdo no pasara de largo.
Reconozco
que yo no he sido capaz de ver lo que ha quedado del. Pero creo y deseo de todo
corazón que mi gran amigo Juan Carlos como el Phenix, resurgirá de sus cenizas y
por qué no dentro de poco estará otra vez dando guerra en nuestro pueblo.
Ahora
solo toca decir Juan Carlos muchísima suerte en esa nueva vida que acabas de
empezar, y esperamos que pronto abra un nuevo Tarantela de tus manos.
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