lunes, 28 de mayo de 2012

Masías del vino: Can Sam


Masías del vino: Can Sam

Publicado el 15 mayo 2012 en  www.santakomola.com
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Hablar del vino de nuestro pueblo es hablar también de la majestuosidad de los elementos que existen y existieron alrededor de él. Tanto de las personas relacionadas con el vino, cómo de los parajes desde donde se contemplan sus viñas y también, sin duda alguna, de las casas y masías en las cuales se elaboraba el vino.
Si damos un paseo por nuestro pueblo, aún podemos distinguir elementos vivos en forma de casas y masías que estuvieron de forma intrínseca ligados al vino durante siglos, recuerdos vivos con carácter que nos trasladan a otros tiempos. Can Sam, Torre Pallaresa, Can Butinya, La torre dels Frares y muchas otras han perdurado en el tiempo, siendo testigos del pasado pagés de la ciudad, aunque por desgracia muchas desaparecieron por el abandono, o bien por la especulación urbanística del pasado.
Centrándonos en algunas de ellas, cabe destacar la de Can Sam, casa de pagés, que durante siglos contempló la frenética elaboración del vino. Aunque quizás su época más floreciente fuese el periodo propiedad del Conde de Llar ya que tenía gran cantidad de tierras y viñedos.
Sus viñedos abarcaban una vasta extensión de terreno desde prácticamente los lindes de Moncada i Reixac, gran parte de la carretera de la Roca, can Franquesa, Singuerlin y parte de La Ribera.
La masía de Can Sam data del siglo XVI, en su fase inicial, y en el siglo XVII sufrió una gran ampliación. Desde entonces ha tenido diferentes nombres según los propietarios que moraron en ella, (Mas Teixidor, Mas Calbó, Can Planella) y, finalmente, durante el siglo XIX toma el nombre del casero Bartolomé Busquets, conocido popularmente como Sam. El edificio consta de diferentes cuerpos, el principal tiene planta baja y dos pisos, con dos añadidos a dos aguas que dan a la fachada norte un aspecto basilical. La cubierta es de teja árabe a tres vertientes, las fachadas de tapia estucada con piedra en las esquinas y en las ventanas, y, la fachada sur, presenta un magnífico portal adintelado. Junto al edificio principal se encuentran las cuadras. Hasta mediados del siglo XX fue muy conocido el roble de Can Sam, a la sombra del cual se reunió en 1651 el gobierno de Cataluña (entonces bajo dependencia francesa en plena Guerra dels Segadors).
La hija de la actual propietaria, Rosa Blanchart, recuerda todavía como la familia elaboraba el vino en la casa, esta de tradición vitivinícola ligada al pueblo desde hace muchos siglos, como así lo relatan los escritos de la casa y su todavía integro gran “celler” que contiene la casa. Lo cierto es que quizás esta casa junto a Cam Butinya fueron las ultimas masías de Santa Coloma que elaboraron vino, y de esto no hace muchos años, mis recuerdos se remontan a la última cosecha elaborada de 1979. Las viñas de Can Sam eran muy abundantes, podían superar las 20 hectáreas de terreno de viña, disponían de 45 botas de 225, dos cups soterrados y uno de gran capacidad externo así como una prensa de gran capacidad la cual carecía de herrajes metálicos. Con estas instalaciones el volumen de la bodega podía alcanzar la cifra de 27000 litros, una cantidad muy importante, además de prensar y muchas veces elaborar vino de otros pageses locales que poseían viñas pero no bodega donde realizarlos.
Las viñas de Cam Sam estaban ubicadas entre la riera de la Pallaresa y la avenida de Cataluña, lindando con ellas las de la Guinardera, donde actualmente se encuentran los mossos de escuadra. Las viñas de Can Sam lindaban con las de Bartomeu, las de La Pallaresa y Can Butinya.
Las viñas eran propiedad del conde de Llar. D. Gaietade Planella i de Fivaller, Llar de Bru, conde de Llar y Barón de Granera. En su testamento del día 15 de Octubre del año de 1853, a la obra de la beneficencia del hospital de la Santas Creus, dona esta finca junto con el Mas de Teixidor situado en la parroquia de Alella hoy en el término municipal de Masnou, además del Mas Carbús, en el municipio de Sant Andreu de Palomar.


En dicho testamento se nombra albaceas a tres personas, el Canónigo de la Seu de Barcelona, un abogado de Barcelona y a un hombre de bien residente en Sarrià. En las conversaciones que he tenido con Rosa Blanchart de Can Sam, ella recuerda en su infancia que los albaceas heredados de los originales, realizaban estos pagos al dicho hospital, año tras año, y recuerda también como a principios de la temporada de las fresas colomenses se preparaban unas cestas con las mejores fresas para llevar a casa de los herederos del conde de Llar, así como en Navidad se les hacía llegar unos preciosos pollos capones de pagés, criados para tal efecto como presentes a los aún todavía propietarios de las tierras de la heredad de Can Sam.
Entre los recuerdos de Rosa también están los tipos de vinos que se realizaban, ella recuerda que la mayoría de los vinos eran blancos, casi todos de uva Pansa Rodona, y que las variedades tintas muchas veces se unían, en parte, a las blancas dando tintos de poco color casi rosados. También se elaboraba algo de mistela y se cocía parte de los vinos para elaborarla. También se elaboraba el vino rancio y se vinificaban por separado las uvas de Moscatel para crear el vino del mismo nombre. Había también un vino genuino que se elaboraba cociéndolo junto a frutas.



De los restos vínicos de la cosecha, las rapas y brisas eran vendidas a la fábrica de “Anís del Mono” para la obtención de aguardientes vínicos para la elaboración del anís. Estos restos de vendimia se pagaban a bulto, es decir, sin control de peso. Y eran los de la fábrica los que venían a recogerlos a domicilio en carro desde Badalona.
Como ya he citado, algunos pageses locales sin bodega, llevaban a Can Sam sus vendimias para que allí les elaborasen el vino, a cambio pagaban con las brisas y rapas así como con una parte del mosto.
Lo cierto es que la masía de Can Sam, desde el siglo XVI, ha elaborado vino de forma muy importante hasta hace muy pocos años, siendo un referente en el sector y en el pueblo. Hoy, lejos del frenético trajín de antaño, sigue maravillando a colomenses y forasteros con su porte majestuoso, imagen de un pasado muy presente todavía entre nosotros.

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