Siempre he dicho que gracias a mi profesión soy un privilegiado, primero
porque tengo la gran suerte de trabajar en aquello que más me gusta y por otro
lado que ello, me ha permitido probar y visitar un montón de vinos, bodegas y
viñas, lo cual si ningún tipo de dudas me ha enriquecido en conocimientos y
cultura.
He tenido la gran suerte de poder viajar mucho, en todos estos años, que me
dedico al conocimiento de la cultura enológica, Chile, Francia, Estados Unidos,
Alemania, Italia, son una pequeña muestra de ello y reconozco que en todos los
lugares que he visitado, he encontrado algo realmente significativo, algo
maravilloso, o simplemente algún vino que me ha llegado a emocionar.
Este año, de nuevo, he ido a uno de mis entornos preferidos la Ribera Sacra,
un viñedo único, agreste y muy difícil, que obtiene en sus vinos el autentico carácter
gallego.
Los viñedos de la Ribera Sacra son citados ya en el siglo XII, por la reina
Teresa de Portugal que denominó, por
primera vez, a estas tierras RIVOIRA SACRATA por su gran riqueza monástica. Fueron
las órdenes religiosas, principalmente benedictinos y cistercienses, las que
favorecieron el resurgir del cultivo de la vid en terrazas (socalcos),
respetando la configuración del terreno legada por los romanos, y que perdura
en nuestros días. Estamos ante los viñedos más antiguos de Galicia.
Tenía muchas ganas de ver y visitar el viñedo y la bodega, del mago de la
viticultura extrema José María Prieto, con su consolidado proyecto, bodega Régoa en el corazón de Amandi. Quizas
sin duda alguna, la viña más bonita de todas las que he visto nunca, un paraíso
terrenal extremo, al límite de lo posible y también de lo imposible, viñas que
llegan a estar en una pendiente del 80%. Once hectáreas de cultivo en terraza,
pendientes del 80% como he dicho y orientación sur que contactan en su cota más
baja con las orillas del río Sil.
Los viñedos de la Ribera Sacra son
citados ya en el siglo XII, por la reina Teresa de Portugal que denominó, por primera vez, a estas tierras
RIVOIRA SACRATA por su gran riqueza monástica. Fueron las órdenes religiosas,
principalmente benedictinos y cistercienses, las que favorecieron el resurgir
del cultivo de la vid en terrazas (socalcos), respetando la configuración del
terreno legada por los romanos, y que perdura en nuestros días. Estamos ante
los viñedos más antiguos de Galicia.
Aquí en estas bastas condiciones, donde su acceso se realiza por una pista
forestal, que roza (los que la bajamos por primera vez) el pánico, la Mencia se
encuentra en la Gloria, está en su entorno natural y da de sí su máximo
potencial, maduraciones muy lentas, largas,
y muy completas. Estas
condiciones, junto a las características del suelo (tierra pizarrosa y
arenisca, bien drenada) con la roca madre a escasos centímetros del suelo con
muy poca materia orgánica, y suelo muy poco profundo además de un clima adecuado, benigno de días soleados y
noches frescas, configuran el ¨terroir¨ ideal para la obtención de un vino espléndido, muy estructurado, con gran concentración
fenolica, y de un maravilloso corte Atlántico.
Tambien Jose Maria tiene plantado
además de la Mencia, Alvarello, Caíño y Sousón. De antigüedad superior a los 15
años y producción máxima de 2 kilogramos por cepa.
Esta viña por su configuración así como por su belleza paisajística es sin
dudar la viña de las viñas, quizás si
miedo a equivocarme la viña mas bella.