Bodega Pérez Pascuas
Viña Pedrosa
Lo mas maravilloso de un vino, es
que, junto a su aroma, color y sabor, se exprese también su alma, esa alma que
en algunos vinos se manifiesta y te llegan a emocionar.
El alma de un vino se podría
expresar como ese sentimiento de emoción, de pasión por el, de que te expresa
algo más que el simple disfrute, de sus aromas y sabores. El alma de un vino es
el conjunto de muchos factores, lógicamente son los factores de su ubicación
del suelo donde se asientan las viñas, marcado por su climatología, pero es
también el entorno de un viñedo plasmado en su identidad, además el alma de un
vino son los factores humanos que los diferencian, la pasión en su cuidado en
viña, la pasión en su elaboración, pero en definitiva la pasión de las personas
que hay detrás de él.
Detrás de él, pero no tan solo en
su elaboración, que lo es de importante, pues son esos maestros enólogos los
que sufren tanto en transformar la uva en un buen vino, su pasión y buen hacer
sin duda marcan el alma de un vino. Pero también, detrás del alma del vino,
están aquellas personas que se emocionan y te hacen emocionar con el vino, la
marca y el proyecto, que hay escondido con ese vino, y que descubres cuando
esas personas te hablan de él. Cuando te trasmiten y comunican la diferencia
marcada de sus productos, estas personas que llevan grabado a fuego sus vinos
en el corazón.
Por lo tanto, cuando hablamos de
vinos maravillosos, singulares y únicos con sentimiento y alma, hablamos
también de las personas que lo hacen así de único y maravillosos. Esta parte es
posiblemente la que en muchas bodegas falta y que con sus buenos vinos no
llegan a emocionar.
Todo esto lo escribo, porque después
de descubrir en una cata de vinos de Viña Pedrosa que realizamos en el Cantó
del Vi, de la mano de sus profesionales Juan de la Vega y el comercial de su
distribuidor en Barcelona Víctor Amadado, nos llegaron a hacer sentir de lleno
esa singularidad y profundidad de sus
vinos y de la bodegas, en definitiva que llegaron a emocionar no tan solo a mi si no también a
cuantos en la cata estuvieron, desatando el alma de los vinos de la bodega
Pérez Pascuas, y entrando a formar de parte de pleno derecho del exclusivo club
de los vinos con alma. De ese club que no solo trasmite sensaciones
organolépticas, sino que también tramiten pasión, emoción y que sus vinos
ilusionan con su alma.
Vinos sin duda elaborados y
creados para poder tener una larga vida, vinos longevos, pero que en la cata
estos vinos nos enseñaron que ya estaban listos y dispuestos para el disfrute
de ellos inmediato. Vinos francos con carácter y con una sutileza y elegancia
que enamoraban en cada sorbo, en cada trago de ellos.
Se disfruto de Cepa Gavilán 2013,
una crianza actual fresco y de marcado carácter, sin duda una apuesta de la
bodega por un vino de corte y carácter mas jovial y moderno. Seguido de su
referente el crianza de la añada actual 2015, genio y figura, dónde destaca el marcado
carácter de la bodega y el estilo de esta, se continuo con otra de las apuesta
singulares emocionantes y atractiva de la bodega La Navilla, un reserva de
finca que envejece 20 meses en madera francesa y denota elegancia por donde lo
mires, y el final de fiesta otro de los vinos de marca de filosofía de la
bodega Viña Pedrosa reserva, cenit apoteosis de una velada llena de
sensaciones.
Si dudarlo afirmo y aseguro que,
los vinos y las personas, que están detrás y forman su personalidad de Perez
Pascuas, crean una bodega única con mucha alma y un sentimiento muy especial.